Osho está al margen de cualquier posible clasificación, como él mismo afirma: «No soy nadie. No pertenezco a ningún país, no pertenezco a ninguna religión, no pertenezco a ningún partido político. Soy simplemente un individuo, tal y como me creó la existencia.
Me he mantenido por completo ajeno a las influencias de cualquier estúpida ideología, ya fuera religiosa, política, social o económica. Y el milagro es que, debido a que no cargo con todos esos condicionamientos en mi mirada ni con filtros que interfieran, puedo ver con claridad».
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