El lector tiene en sus manos el libro más revelador del siglo XX, una obra en la que se demuestra la predicción precisa y sorprendente de numerosos sucesos acaecidos en el siglo XXI. David Icke expone la verdadera historia de los eventos mundiales que moldean el futuro de la existencia humana y del mundo que dejamos a nuestros hijos. Sin temor, alza el velo de una red sorprendente de manipuladores para dejar al descubierto las mismas personas, sociedades secretas y organizaciones que controlan la dirección que cada día toman nuestras vidas. Todos los sucesos acontecidos en el siglo XX y épocas anteriores que han tenido repercusiones negativas conducen a una misma élite de magnates, y algunos de los nombres involucrados en ella pertenecen a personas muy famosas. Nunca antes había salido a la luz esta red, sus miembros ni sus métodos, con tanto detalle y de una manera tan devastadora. Conoced la verdad... y la verdad os hará libres.
"Sinopsis" puede pertenecer a otra edición de este libro.
Introducción a la edición del siglo XXI, 11,
Introducción: Somos lo que pensamos, 13,
Primera parte: La cárcel, 21,
Capítulo uno: El velo de lágrimas, 23,
Capítulo dos: El nacimiento de la Hermandad, 47,
Capítulo tres: El poder de los billetes, 69,
Capítulo cuatro: De Rhodes a la ruina, 93,
Capítulo cinco: Los frentes unidos, 129,
Capítulo seis: Los planes maestros, 153,
Capítulo siete: Las razas superiores, 175,
Capítulo ocho: El gobierno secreto, 199,
Capítulo nueve: El poder piramidal, 253,
Capítulo diez: La Superélite: los magos negros, 287,
Capítulo once: La estafa de la deuda, 307,
Capítulo doce: La mano oculta, 353,
Capítulo trece: Los países unipartidistas, 423,
Capítulo catorce: Fascismo psicológico, 487,
Capítulo quince: ¿Culto o estafa?, 523,
Capítulo dieciséis: La «civilización global», 545,
Segunda parte: La libertad, 563,
Capítulo dicisiete: Nosotros somos los Guardianes de la Cárcel, 565,
Capítulo dieciocho: La libertad llamada amor, 593,
Capítulo diecinueve: Al fin libres, 611,
Capítulo veinte: Te quiero, Henry Kissinger, 631,
Epílogo: Buenas tardes, presidente, 639,
Bibliografía, 641,
Índice analítico, 647,
El velo de lágrimas
Todos, en algún momento, hemos observado el mundo que nos rodea y nos hemos hecho las mismas preguntas. ¿Por qué la vida tiene que ser una lucha? ¿Por qué sabemos tan poco acerca de quiénes somos y el propósito de nuestra vida? ¿Por qué hay tantos conflictos y tanto sufrimiento en un mundo con tanta belleza y abundancia?
En la búsqueda de las respuestas a estas y muchas otras preguntas, voy a pedirte que aparques temporalmente tus respuestas programadas y abras tu mente infinita a posibilidades mucho más amplias. No digo esto con tono condescendiente, porque todos estamos programados por los mensajes y las creencias que escuchamos constantemente durante nuestra infancia, a través de los medios de comunicación y del sistema educativo. Deshacernos de esta programación es lo que abrirá nuestra mente y nuestro corazón a la maravilla, el potencial y la comprensión más allá de nuestros sueños. Durante mucho tiempo he cavilado sobre la naturaleza de este mundo físico que vemos, tratando de darle algún sentido. Desde 1990 he emprendido un viaje espiritual consciente de descubrimiento que me ha abierto a muchas cosas que nunca antes había pensado o sentido y, a pesar de que algunos de estos momentos han sido dolorosos, también me han permitido adquirir una mayor comprensión. He experimentado el modo en que podemos sincronizar nuestra mente, nuestra consciencia, con otros niveles de la realidad y acceder a la información contenida allí que no se conoce en la Tierra, por lo menos no de forma generalizada. He descubierto que nuestra mente –nuestros pensamientos y sentimientos– son un conjunto de campos de energía que utiliza el cuerpo físico como vehículo para vivir esta experiencia.
En este momento, nuestra consciencia está sintonizada con este mundo denso y físico, por eso es nuestra realidad. Cuando «morimos», nuestra mente-espíritu (nuestra consciencia) abandona este cuerpo físico temporal y se va a otra longitud de onda, a otra fase de la experiencia y la evolución.
Un asunto muy importante que debo recalcar es que, a pesar de estar en el mismo cuerpo físico y en el mismo planeta, la mente de una persona puede sintonizarse con conocimientos e información de muchas longitudes de onda distintas. Por eso existe una variedad tan grande de consciencias, perspectivas y percepciones en la raza humana. En nuestra vida diaria incluso decimos que las personas están en «distinta onda» cuando piensan de forma muy distinta y tienen muy pocas cosas en común con nosotros. Nuestra actitud hacia la vida y el nivel de conocimiento y sabiduría que podemos alcanzar en un momento dado depende de los niveles vibratorios a los que puede acceder nuestra mente. Todo esto es esencial para explicar lo que creo que está detrás de la historia de la raza humana a lo largo de miles de años hasta el momento actual. Desde mi punto de vista, muchas veces la raza humana se parece a un rebaño de ovejas perplejas y desorientadas. De hecho, a lo largo de la historia se ha recurrido muchas veces al simbolismo de la «oveja perdida» para describir nuestra difícil situación. De algún modo, nos hemos desprendido de nuestro potencial superior, de nuestra fuente de poder; y, de nuevo, a lo largo de la historia y en todas las culturas se ha simbolizado este hecho en conceptos como el de los «niños perdidos» que se han desconectado del «padre». La historia del hijo pródigo del Nuevo Testamento es un ejemplo evidente. Creo que, simbólicamente, eso es precisamente lo que ha sucedido y las consecuencias de ello explican buena parte del mundo en el que vivimos hoy.
Creo que es imposible comprender lo que ha ocurrido a menos que abramos nuestra mente y consideremos la existencia de vida extraterrestre, que puede incluir una variedad infinita de formas. Por extraterrestre únicamente me refiero a que no es de la Tierra; pueden ser otras civilizaciones, consciencias y formas de vida de otras longitudes de onda que nuestros sentidos físicos no pueden ver ni oír en condiciones normales. Por ejemplo, aunque observemos otros planetas de este sistema solar y veamos tierras estériles y sin vida, sólo estamos observando planetas de nuestra propia frecuencia o dimensión, de la realidad de nuestro mismo espacio y tiempo. En otra dimensión, estos planetas tal vez estén repletos de vidas que comparten un mismo espacio, del mismo modo que todas las emisoras de radio y televisión de nuestra región comparten el mismo espacio que ocupa nuestro cuerpo. Nosotros no podemos verlas ni ellas pueden «verse» entre sí porque se hallan en distintas longitudes de onda. Si llevamos esto un paso más allá para abarcar el hecho de que otras civilizaciones de distintas longitudes de onda tienen conocimientos y capacidades más avanzadas que las nuestras en la actualidad, empezaremos a hacernos una idea del panorama. Estas otras civilizaciones no son buenas ni malas. Como nosotros, son un poco las dos cosas. La vida extraterrestre no es un grave problema. Es la misma corriente de vida que llamamos Creación o Dios en un estadio distinto de la evolución o en una longitud de onda distinta de la nuestra. Sin embargo, muchos de ellos están a años, algunos incluso a millones de años (según nuestra versión del tiempo) por delante de nosotros en cuanto a la tecnología y comprensión de las leyes universales. Si juzgamos la credibilidad o la locura de algo sólo desde la perspectiva de nuestros logros científicos en la longitud de onda del planeta Tierra, nunca comprenderemos lo que nos ha ocurrido. Por eso les pido a los escépticos que contemplen otras posibilidades. Si el lector fuese un campesino de las montañas de un pueblo aislado de la Asia profunda, le resultaría imposible creer una descripción de la ciudad de Nueva York. Sin embargo, Nueva York seguiría existiendo. Cabe recordar que, desde que las personas juzgaron ridícula la idea de que los humanos pudieran volar al espacio, sólo ha trascurrido un breve período de tiempo.
Durante muchos años, a medida que he tratado de captar la naturaleza de la condición del ser humano, en mi mente ha empezado a cobrar forma una historia. El libro titulado Mensajeros del alba corrobora algunos de los aspectos que escribí en The Robots' Rebellion («La rebelión de los robots») y otras ideas que fui desarrollando durante los meses posteriores. Mensajeros del alba es un libro de «canalizaciones» en el que la autora, Barbara Marciniak, sintoniza su consciencia con otra longitud de onda de la realidad y ejerce de canal para traer información a la vibración de la Tierra. Siempre soy precavido con los libros de canalizaciones porque, como todo, este proceso puede aportar un conocimiento inspirador o un montón de tonterías. Depende de la capacidad del canalizador y de la longitud de onda a la que se conecta. Alguien dijo alguna vez lo siguiente sobre el contacto con aquellos que ya no habitan en esta Tierra: «La muerte no cura la ignorancia». Si uno se conecta con longitudes de onda cercanas a ésta es posible que sea inducido a error.
En Mensajeros del alba, la autora afirma trasmitir las palabras de una consciencia que se comunica desde la costelación de las Pléyades. Sé que si es la primera vez que el lector oye hablar de esto, le parecerá descabellado y difícil de creer. Pero lo único que puedo hacer –lo único que cualquiera de nosotros puede hacer– es decir lo que creo y siento. Creo que la costelación de las Pléyades, o por lo menos los grupos más evolucionados de allí, pertenecen a una organización universal cuyo objetivo es sacarnos a los seres humanos de la cárcel en la que sin saberlo hemos vivido durante siglos según nuestra perspectiva del tiempo. Somos la generación que va a ver cómo esto ocurre.
Otra civilización, o varias civilizaciones con una tecnología muy avanzada pero muy deficiente en cuanto al amor y la sabiduría, secuestraron o se apoderaron del planeta Tierra. Como siempre, esta combinación es reveladora y profundamente desequilibrada. Yo lo llamo «inteligencia sin sabiduría ». Vivimos en un universo libre en el que, con ciertos límites, se nos permite experimentar todas las emociones y aprender de las consecuencias de nuestras acciones. De modo que, el hecho de que se hayan apoderado de un planeta no hace que el «padre», la fuente de Todo lo que Existe, les arrebate de inmediato el poder a los secuestradores, sino que lo empleamos como un período de la experiencia en el que todos aprendemos y evolucionamos. Vivimos en una realidad espaciotemporal –el «mundo»– llamada tercera dimensión, y algunos de nuestros «vecinos» de la cuarta dimensión son los que han interferido con nuestra realidad. Siempre que hable de la consciencia extraterrestre o de la consciencia de los Guardianes de la Cárcel, me refiero a la manipulación que se realiza desde la cuarta dimensión a través del control del pensamiento o mediante una intervención directa. Tanto los extraterrestres que secuestraron el planeta Tierra como aquéllos con buenas intenciones para la humanidad, fueron visitantes habituales de la Tierra hace miles de años. Se convirtieron en los «dioses» de los textos y las leyendas antiguas que conforman la base de la mayoría de las religiones de la actualidad, o quizás de todas. Si un extraterrestre hubiera aterrizado en el planeta en tiempos antiguos con una sorprendente nave espacial antigravitatoria, o hubiéramos visto a alguien de otra frecuencia, sin duda habríamos pensado que se trataba de un dios. Y así sucedió. De aquí –de los extraterrestres malvados– se originaron los «dioses», especialmente los dioses enfadados y sentenciosos de fuego y azufre. El «temor a Dios» había surgido, y este miedo y la negativa a cambiar (desobedecer a los dioses) todavía permanece en la psique colectiva. Con el tiempo, tal y como he descrito al detalle en The Robots' Rebellion, estos distintos dioses míticos se unieron en uno y formaron «dioses compuestos» que se basaban en aspectos de muchas de las civilizaciones más primitivas. Lo mismo ocurrió en el judaísmo, la Biblia cristiana, el islam y la mayoría de las demás. Su versión de Dios se relaciona con el tipo de extraterrestres en que se basa su religión o con el modo en que distintas historias sobre extraterrestres se han fusionado para formar un Dios compuesto a lo largo de los siglos. Queridos hermanos, estamos aquí reunidos hoy para venerar un dios compuesto de extraterrestres. Amén.
Si nos fijamos en los orígenes de las principales religiones, descubrimos que sus historias son increíblemente similares a las que escuchamos en boca de personas que afirman haberse encontrado con seres extraterrestres o haber sido abducidas por ellos. Mahoma, el fundador del islam en el siglo vii, dijo que lo visitó el ángel Gabriel, que era «parecido a un hombre y estaba en el cielo, por encima del horizonte». Este ángel le dijo que tenía que ser un profeta y le trasmitió los mensajes que compusieron el libro sagrado del islam, el Corán. A lo largo de los años posteriores, el ángel le dictó estos mensajes en muchas otras ocasiones mientras Mahoma estaba en trance. También escribió acerca de un «viaje celestial». En la actualidad, muchas personas que afirman haber experimentado el contacto extraterrestre han explicado lo mismo que Mahoma. Saulo de Tarso, más conocido por apóstol san Pablo, fue el hombre que cambió la imagen de Y'shua (Jesús), convirtiéndolo en el dios salvador a partir del cual se creó la religión cristiana. Ocurrió tras haber tenido una «visión» de Y'shua en el camino hacia Damasco. También dijo que lo «ascendieron» al cielo, o a numerosos cielos distintos (dimensiones). Escribió lo siguiente sobre sí mismo:
Conozco a un cristiano que hace catorce años –si fue con cuerpo o sin cuerpo no lo sé, Dios lo sabe– fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y me consta que ese hombre –si fue con cuerpo o sin cuerpo no lo sé, Dios lo sabe– fue arrebatado al Paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede expresar.
2 Corintios 12, 2-4
De nuevo, es muy parecido a muchos relatos actuales sobre personas que afirman que los extraterrestres las han llevado a otras dimensiones de la realidad, algunas veces en su cuerpo y otras fuera de él. San Pablo y el profeta llamado Enoc dijeron haber visto muchos cielos cuando los «ascendieron», un hecho que se corresponde con las historias de los Vedas, los antiguos libros sagrados de la India que estaban escritos en sánscrito y que describen siete planos superiores y siete planos inferiores alrededor de este planeta. Algunas personas todavía dicen estar en el «séptimo cielo» cuando les ocurre algo maravilloso. Uno de estos planos es nuestra tercera dimensión y, justo por encima del nuestro, está el nivel vibracional que nos ha manipulado. En el Libro de Enoc, los «Vigilantes» son descritos en términos muy similares a los extraterrestres. Los manuscritos del mar Muerto relatan que el padre de Noé era un «Vigilante», y Nabucodonosor, el rey de Babilonia entre el 651 y el 604 a. C., deja constancia de que lo visitó un Vigilante santo que bajó del cielo. Los Dakas del budismo Mahayana eran «seres que viajaban por el cielo», y Padma Sambhava, el fundador del budismo tibetano, al parecer salió del Tíbet en un carro celestial. Algo similar se dijo del profeta bíblico Elías cuando salió de Israel y del dios Quetzalcoatl de América Central. En todos los continentes y en todas las culturas abundan las descripciones de platillos voladores, barcos voladores y carros celestiales. Todavía hoy relacionamos el «paraíso» con el cielo, porque de allí vinieron los «dioses» de las épocas antiguas en sus naves espaciales. Los aborígenes de Australia hablan de tres seres ancestrales llamados Djanggawul, que estaban relacionados con el planeta Venus, igual que Quetzalcoatl y la deidad polinesia Kahuna. Si a ello añadimos los muchos ejemplos que he citado en The Robots' Rebellion e incontables otros libros que vinculan los extraterrestres con la creación y la supervisión de las razas terrenales, sólo una mente cerrada podría descartar la posibilidad –yo diría la probabilidad– de que los extraterrestres han desempeñado un importante rol en la historia de la humanidad y en los sucesos que han moldeado la historia.
Los textos antiguos se relacionan en muchos aspectos con las descripciones de avistamientos de ovnis y de extraterrestres en la actualidad. Los investigadores de ufología localizaron al supuesto autor de un documento llamado The Memorandum, un tipo llamado Bill English. Se trataba de un ex capitán de la Inteligencia de los Boinas Verdes de Vietnam que contribuyó a reparar un bombardero B-52 al que un ovni había obligado a aterrizar en medio del bosque. Según él mismo afirmó, tras la experiencia, pasó tres meses en una unidad de psiquiatría hasta que la Inteligencia del Ejército estadounidense le asignó un puesto de escucha en la Fuerza Aérea Real de Inglaterra. En su oficina de allí le esperaba una bolsa sellada que contenía un documento de 624 páginas sobre ovnis llamado Informe Grudge 13. En su memorándum escribió su análisis personal de este documento, que incluía todas las actividades secretas relacionadas con ovnis entre 1942 y 1951, entre las cuales había aterrizajes, avistamientos y accidentes de ovnis, abducciones humanas y capturas de extraterrestres realizadas por el Gobierno. Sin duda podría tratarse de información falsa, puesto que en el terreno de los ovnis ésta suele ser abundante. Sin embargo, el informe sí contenía muchos aspectos interesantes. Por ejemplo, decía que el idioma de los extraterrestres que habían sido capturados se asemejaba al sánscrito, la antigua lengua de los textos sagrados indios, los Vedas, que contienen muchas referencias a «dioses» extraterrestres y a artefactos llamados Vimanas, similares a las naves espaciales y los platillos voladores.
Según el Informe Grudge, los nutrientes que habían absorbido los extraterrestres que habían sido examinados contenían clorofila, que (como se sabe ahora) existe en todo el espacio, no solamente en la Tierra. En los Vedas se le da una importancia considerable a una planta llamada soma, una droga alucinógena que se utilizaba en las ceremonias para facilitar la comunicación con el «dios» Indira y con otros «dioses», y que era la bebida favorita de Indira y sus compañeros. Dada la creciente especulación acerca de si los «dioses» eran en realidad extraterrestres, resulta más bien una coincidencia que la bebida de soma se considerase que contenía clorofila líquida. Numerosas personas que han afirmado haber tenido contacto con extraterrestres han dicho que su fuente de alimentación provenía de «zumos». Sin embargo, cientos de miles de civilizaciones extraterrestres han visitado este planeta, y su aspecto, su genética y su fuente de alimentación diferirá mucho entre unas y otras. Sin duda algunas se parecerán mucho a nosotros y otras podrían pasar por nuestro lado en la calle y pasar desapercibidas. Otras serán muy distintas de nosotros.
Excerpted from ... Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES by David Icke. Copyright © 2013 Ediciones Obelisco, S. L.. Excerpted by permission of EDICIONES OBELISCO.
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