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La Idea De Comunidad De Pablo: El Escenario Cultural de Las Iglesias Primitivas Que Se Reunían En Las Casas (ESTUDIOS BIBLICOS PERSONALES) - Tapa blanda

 
9788482675749: La Idea De Comunidad De Pablo: El Escenario Cultural de Las Iglesias Primitivas Que Se Reunían En Las Casas (ESTUDIOS BIBLICOS PERSONALES)

Sinopsis

El objetivo del Dr. Banks es revitalizar la experiencia de la comunidad cristiana en nuestros días y solucionar el alejamiento que existe entre la vida y la práctica en las iglesias actuales. Demuestra como la idea de comunidad de Pablo conforma las ordenanzas que da a sus iglesias.

"Sinopsis" puede pertenecer a otra edición de este libro.

Acerca del autor

Robert Banks (Ph.D., University of Cambridge) fue director y deán del Macquarie Christian Studies Institute en Sydney (Australia), hasta su jubilación en 2004. Anteriormente fue director de De Pree Leadership Center en el Fuller Theological Seminary (Pasadena, California), profesor visitante de Christian Studies en New College (Berkeley) y Regent College (Vancouver), entre otros puestos académicos. Es reconocido internacionalmente como un erudito del Nuevo Testamento, sobre el que ha escrito varios libros.

De la contraportada

Robert Bank's widely read Paul's Idea of Community: The Early House Churches in their Cultural Setting is once again available to laypeole, pastors and scholars alike. In this extensively revised edition Banks has rewritten chapters for clarity, taken into account recent scholarship on Paul's writings, updated and expanded the bibliography, and added an index. This new edition retains, however, all the freshness and vitality of the original. 'The book draws fully upon the wealth of recent scholarly analysis of the New Testament churches, but in such a skilled way that the picture is not buried in learning, but brought to life for present-day readers. . . . People will be startled to find how much of modern church life has departed form the New Testament spirit. And yet the modern communities still possess in the New Testament, as illuminated through a book like this, the sources from which church life can be reawakened to the community consequences of accepting the Pauline gospel.' ---Edwin A. Judge, Macquarie University, Sydney, Australia 'It is good news that Robert Banks's Paul's Idea of Community is once more available, now in a thoroughly revised, expanded edition. Convinced that Paul's distinctive contribution to Christianity is his idea of community, Banks demonstrates how this notion informs Paul's instruction to his churches. . . . [I]t is striking how naturally discussions of such topics as Paul's teaching on freedom and on eschatology fall within the purview of this stimulating book.' ---Abraham J. Malherbe, Yale University

Fragmento. © Reproducción autorizada. Todos los derechos reservados.

La idea de comunidad de Pablo

By Robert Banks

Zondervan

Copyright © 2011 Editorial CLIE
All right reserved.

ISBN: 978-84-8267-574-9

Contents

Abreviaturas..........................................................9Prefacio a la edición original...................................11Una nota sobre la segunda edición................................15Introducción.....................................................171. El escenario social y religioso....................................212. La llegada de una libertad radical.................................313. La iglesia como reunión doméstica........................424. La iglesia como realidad celestial.................................525. La comunidad como una familia amorosa..............................616. La comunidad como un cuerpo funcional..............................717. Elementos del crecimiento intelectual..............................808. Expresiones físicas de comunión..........................899. Dones y ministerio.................................................10010. Carisma y orden...................................................11111. Unidad en la diversidad entre los miembros........................12112. La contribución de la mujer a la iglesia.....................13013. La participación y sus responsabilidades.....................13814. El servicio y su reconocimiento...................................14915. Pablo y sus colaboradores.........................................15916. La misión y las iglesias.....................................16917. La naturaleza de la autoridad de Pablo............................17918. El ejercicio de la autoridad de Pablo.............................188Conclusión.......................................................197Apéndice: El sentido de las Pastorales...........................201Bibliografía.....................................................209Glosario..............................................................219Índice de fuentes antiguas.......................................225Índice analítico............................................249

Chapter One

EL ESCENARIO SOCIAL Y RELIGIOSO

PABLO: UN HOMBRE DE SU TIEMPO

No es posible entender a una persona y sus actividades sin tomar en cuenta el tiempo en el que vivió. Esto es especialmente significativo cuando tratamos con el apóstol Pablo. Al responder al llamado de Jesús no se apartó del mundo que lo rodeaba; por el contrario, se encontró lanzado en él, incluso con violencia. Como consecuencia, en varias ocasiones atravesó enormes extensiones de la región mediterránea en el curso de los siguientes treinta años. Estos viajes le permitieron encontrarse con gente de trasfondos raciales, culturales y lingüísticos muy variados, entre la que podemos contar a judíos de la dispersión; griegos nativos e inmigrantes; romanos en el corazón del Imperio y en algunos puestos distantes; chipriotas, macedonios y habitantes de distritos locales de diferentes partes del Asia Menor; incluso pequeños grupos que provenían de Egipto, Creta, Malta y hasta escitas. En estos viajes encontró escuelas filosóficas contrapuestas, en particular el estoicismo y el epicureísmo, movimientos religiosos alternativos, especialmente los cultos de las ciudades-estado griegas y las religiones de misterio importadas de Oriente. A lo largo de sus viajes y en diferentes ocasiones entró en conflicto con una amplia gama de autoridades civiles y políticas, experimentando de primera mano las ramificaciones de una variedad de procesos y fallos legales. De manera que Pablo se vio grandemente envuelto y afectado por muchas de las tendencias y tensiones significativas de su día y no puede ser estudiado debidamente si lo aislamos de ellas.

Hay otra razón que nos obliga a insistir en acercarnos a Pablo de esta manera. No solamente se enfrentó con las ideas e instituciones de las gentes entre las que se movió, sino que adoptó una política de deliberada adaptación a ellas. Esto sale a relucir claramente en su primera carta a los cristianos de Corinto. "A todos me hice de todo, para que de todos modos salve a alguno" (1 Cor. 9:22). Esto no significa que Pablo compromete sus creencias y prácticas conformándolas simplemente con las de aquellos a quienes se dirige en alguna ocasión en particular. Significa que siempre tiene en cuenta estas creencias y prácticas y las emplea como punto de partida para su propio mensaje y conducta. Cada vez que puede, reconoce la validez de otras ideas y las incorpora a las suyas (Hech. 17:22-34). Cuando esto no es posible, afirma la superioridad de su enfoque sobre el de los demás y sostiene que el suyo cumple las aspiraciones que erróneamente han sido conferidas a los otros planteamientos (Col. 2:8-23). De un modo u otro, lo que dice y hace no puede apreciarse adecuadamente sin referencia al contexto en el que habla y actúa.

Otra razón por la que Pablo debe ser estudiado en el contexto de su cultura tiene que ver con el reiterado interés que muestra por las actitudes y estructuras sociales de su tiempo. En algunas ocasiones las pone en tela de juicio y las contradice con sus propias declaraciones o conducta (1 Cor. 6:1-6); en otras, insiste en que deben observarse y seguirse cuidadosamente (11:14-15). Cuando los convencionalismos aceptados entran en conflicto con algún aspecto básico del mensaje del evangelio, el apóstol no duda en señalar a cuál debe ceder el paso (10:14-22). Cuando están en juego aspectos menos importantes del evangelio, hay que evitar de buena gana todas aquellas prácticas que aun siendo legítimas en sí mismas, dada la igualdad de todas las cosas, pudieran ofender a los que están fuera del grupo cristiano (8:7-13; 10:23-30). Esto significa que en cierta medida las actividades de los cristianos en sus comunidades estaban condicionadas por los valores y modelos de la sociedad que les rodeaba y no pueden comprenderse apropiadamente, a menos que se las considere con relación a ellos.

Muchos estudios que se han hecho en torno a la idea de comunidad de Pablo son inadecuados a este respecto. En vez de ver estos conceptos en su propio escenario histórico, se discuten independientemente del contexto más amplio del que surgieron. Esto resulta en un estudio fundamentalmente doctrinal de la perspectiva de Pablo, desvinculado de muchas de las circunstancias que jugaron un papel en su desarrollo. Sin embargo, fue a través de la interacción con la sociedad que le rodeaba, así como de la relación íntima que sostenía con sus comunidades, que Pablo llegó a adquirir los conceptos expresados en sus cartas, y no a través de la contemplación teológica, lejos de los asuntos cotidianos de la vida. Por esto, sus cartas llevan el sello de la realidad y rebosan de vida y creatividad. Constantemente se veía obligado a justificar conclusiones que ya había alcanzado y a demostrar su relevancia frente a las situaciones que surgían. También frecuentemente se encontraba apremiado profundizando sus convicciones para tratar con nuevas dificultades que recién habían aparecido. La concepción de comunidad de Pablo nunca es estática o se congela en un sistema teológico. Es algo vivo, siempre abierto al desarrollo y en contacto con el sentido práctico del momento.

EL MUNDO GRECORROMANO: CONCEPTOS CAMBIANTES DE COMUNIDAD

El mundo grecorromano a mediados del siglo primero se caracterizaba por una gran variedad y vitalidad. Aunque Roma dominaba ahora toda la región del Mediterráneo y la cultura griega había penetrado hasta los más apartados confines del Imperio, no solamente sobrevivieron los estilos de vida y los modelos locales de gobierno, sino que tendencias relativamente nuevas de organización social comenzaron a florecer y atraer a un mayor número de gente. Tradicionalmente había habido dos tipos principales de comunidad con los que la gente podía asociarse: la politeía, la vida pública de la ciudad o nación-estado a la que pertenecía; y la oikonomía, el orden familiar, doméstico, en el que la gente nacía o al que estaba sujeta. Para algunos, participar en ambos tipos de comunidades podía llegar a ser algo muy pleno y satisfactorio. El ciudadano griego en la Atenas del siglo quinto a. de J. C. tenía voz y voto en la polis, la ciudad-estado donde vivía, así como un rol de dirección en la oikos, la unidad familiar que encabezaba. Su contraparte judía en el Israel del siglo octavo a. de J. C. era el anciano, en el entorno de su pueblo local o aldea, que contribuía positivamente a los asuntos cívicos y tenía importantes obligaciones que cumplir dentro del clan familiar del que era responsable. Pero siempre había otros que no podían participar de una manera significativa y por libre elección en la vida de cualquiera de estas dos clases de comunidad. Entre éstos se contaban la mayoría de los esclavos, los que dependían económicamente de alguien más, los adultos solteros y los marginados de la sociedad.

En el siglo primero, aun los que habían jugado previamente un papel influyente en sus respectivas comunidades civiles y familiares encontraron que su libertad de acción menguaba ante los cambios que se producían en ambas instituciones de la sociedad. Mucho antes del surgimiento de Roma, pero acelerado por el crecimiento del Imperio, el poder político tendió a concentrarse en un número de manos cada vez menor y a permanecer en ellas por períodos de tiempo cada vez más largos. Esto ocurrió así aun en la misma Roma. Tras las legiones victoriosas, se creaban a menudo repúblicas tradicionales a las que, sin embargo, nunca se les concedía plena independencia, y la autoridad se confería a una minoría de aristócratas que sólo buscaban sus propios intereses. Surgió un desencanto con la polis no sólo entre las secciones de la sociedad políticamente en desventaja, sino también entre los que, en los días de antaño, habían encontrado su identidad dentro de ella. Hasta cierto punto la comunidad familiar fue la beneficiaria de esta exclusión de los verdaderos organismos donde residía el poder. Lo que la gente no pudo encontrar en la comunidad más amplia a la que pertenecía lo buscó en la comunidad más pequeña en la que vivía. El aliento de vida, la calidez y la intimidad que generaba el sentirse parte de ella se prestó muy bien a esto. No obstante, los deseos de muchos no pudieron ser satisfechos después de cierto tiempo dentro de una esfera tan estrecha, mientras que las esperanzas de los otros se frustraban para siempre por la posición subordinada que ocupaban dentro de la estructura familiar. Por estas razones, las aspiraciones y lealtades de la gente tendieron a apartarse de la oikos en otra dirección.

Algunos de los miembros más maduros y devotos de la sociedad comenzaron a ver más allá de la vida pública de la polis hacia un orden cosmopolita que incluyera a todos los pueblos. Escribieron o soñaron con una comunidad universal, una hermandad universal en la que fueran suprimidas las divisiones básicas que por aquellos días separaban a la gente. Ya sea que esto se viera como una comunidad estoica gobernada por la razón o como una teocracia universal gobernada desde Jerusalén por el Mesías, esta idea captó poderosamente el interés de muchos griegos, romanos y judíos.

Sin embargo, para otros estas expectativas resultaron ser demasiado abstractas y elitistas por una parte, o demasiado violentas y utópicas por la otra. Por todas partes se multiplicaron los grupos que comenzaron a ver realizados sus deseos con el surgimiento de una variedad de asociaciones voluntarias que se multiplicaban en las ciudades de todo el mundo antiguo, especialmente en los círculos griegos. Aunque estas asociaciones tuvieron como precursores a grupos de la élite social que se formaron para varios propósitos en los siglos precedentes, fue a finales del período helénico que consiguieron lo que se proponían y atrajeron a muchos seguidores –en parte a los miembros menos favorecidos de la sociedad. La característica novedosa de estos grupos era sus bases, las cuales aportaron algo más que los principios de la politeía o la oikonomía. Éstos vincularon a gente de trasfondos distintos sobre una base distinta a la geografía y la raza o los lazos naturales y legales. Su principio era la koinonía, es decir, la asociación voluntaria.

Esto no significa que cada una de estas asociaciones estaba abierta a todo el que quisiera unirse a ella. Muchas de ellas restringían la entrada a una cierta nacionalidad, familia, clase o género de la sociedad y excluían a todos los demás. Solamente unas cuantas parecen haber abierto sus puertas, al menos en cierto modo, a todos. Digo "en cierto modo", porque la mayoría de ellas estaban establecidas en torno a intereses particulares, vocación o compromisos. Éstos eran extremadamente variados: políticos, militares y deportivos; profesionales y gremios comerciales; artesanos y artistas; escuelas filosóficas y sociedades religiosas. Aunque solamente algunas eran puramente religiosas en carácter (en casi todas estas organizaciones siempre estaba presente una dimensión religiosa, generalmente bajo el patrocinio de una deidad y adhesión a un santuario), la mayor parte estaban destinadas ante todo a hacerse cargo de las necesidades sociales, caritativas y funerarias de sus miembros. Fue en estas fraternidades voluntarias, que agrupaban de entre diez y cien miembros, pero que casi siempre promediaban entre treinta y treinta y cinco, que mucha gente en el mundo helénico comenzó a encontrar un punto de referencia personal y experimentar un nivel de comunidad que les estaba negado en otras partes. En esta proliferación de pequeños clubes o asociaciones y en la importancia que poseían para los que pertenecían a ellos, existe un vínculo interesante entre el siglo primero y el nuestro.

EL DESENCANTO CON LA RELIGIÓN TRADICIONAL

Los judíos

Teniendo presente la extensa gama de asociaciones que existieron durante este período, necesitamos ver más de cerca aquellas que por naturaleza eran predominantemente religiosas. Debemos decir una palabra, sin embargo, acerca del escenario religioso en general durante este tiempo. Había entre los judíos una insatisfacción generalizada con la jerarquía sacerdotal de Jerusalén, particularmente considerando su colaboración con las autoridades romanas y la absorción de la cultura griega. Como una reacción a esto, se formaron hermandades para preservar la pureza de la fe tradicional, mantener el vigor de la esperanza mesiánica y promover la observancia al código ético consagrado en sus libros sagrados. Para conseguirlo desarrollaron una extensa red de regulaciones para proteger a sus miembros de la invasión de influencias venidas del extranjero o la relajación de las obligaciones religiosas. Para algunos, tan apóstatas eran los líderes religiosos y tan impura la sociedad que los rodeaba, que terminaron por apartarse y formar comunidades monásticas en los límites de la civilización o formaron cónclaves dentro de la vida urbana. Ésta fue la línea de acción adoptada por la comunidad de Qumrán establecida a orillas del Mar Muerto y por las comunidades "esenias" asociadas esparcidas en todas las ciudades y colonias judías. Otros formaron fraternidades en el cambio continuo de la vida cotidiana para educar y estimular a sus miembros a vivir santamente en medio del mundo que les rodeaba. Entre éstas estaban los "fariseos", un término que probablemente abarcaba a un grupo de puritanos de la misma opinión, aunque no idéntico, de la sociedad judía. Éstos se constituyeron en haburoth para mantener estándares rígidos de pureza y celebrar comidas religiosas.

Aparte de las hermandades, había otra institución dentro del judaísmo que se convirtió en el centro de la vida religiosa y comunal: la sinagoga. Su origen se sitúa varios siglos atrás y está parcialmente oculto en la oscuridad. Con la disolución de las monarquías israelitas a finales del siglo séptimo y comienzos del quinto a. de J. C. y el consiguiente exilio del pueblo en el que perdió su tierra y el Templo, se hizo evidente la necesidad de una nueva estructura que nutriera y preservara la fe judía. Fue probablemente en aquellos días que comenzaron a celebrarse reuniones locales de judíos donde la Ley podía leerse y exponerse y se hacía oración. No nos queda claro cuál de estos dos elementos, el educativo o el litúrgico, era el más importante o si ambos iban de la mano desde el comienzo. Después del regreso de los exiliados de Babilonia, parece ser que aquellas reuniones continuaron, al menos fuera de Jerusalén. En la capital, excepto para los residentes extranjeros, la reconstrucción del Templo proporcionó un centro para la adoración y la instrucción. En otras partes, en los distritos del norte como Galilea, centros helénicos como Cesarea, y en las ciudades de la Diáspora, las sinagogas (o "casas de oración", como a menudo se las llamaba fuera de Judea) se multiplicaron, especialmente durante los siglos primero y segundo a. de J. C. El término "sinagoga" al principio se refería a la reunión misma (Hech. 13:43), más tarde, por asociación, a la comunidad que se reunía, y por último, como casi siempre ocurre en el Nuevo Testamento, a los edificios que se construyeron especialmente para este propósito. Hay evidencia que sugiere que cerca de la sinagoga se construían ocasionalmente otros edificios, por ejemplo, una casa de huéspedes, baños, habitaciones, etc., que podían usarse conjuntamente con ésta, especialmente para los viajeros. Si bien los fariseos eran calurosamente bienvenidos por estos grupos a causa de su actitud piadosa, seria y práctica hacia la religión, no fueron principalmente responsables de la proliferación de las sinagogas, aunque frecuentemente las utilizaban para diseminar sus enseñanzas.

Los griegos y los romanos

Las religiones tradicionales también desencantaron a griegos y a romanos. Los filósofos habían puesto en duda la realidad y relevancia de los dioses oficiales, y los rituales asociados con el culto que se les tributaba no satisfacían las necesidades de los que estaban despertando a una mayor individualidad. En el vacío que se creó, entraron en escena dos aspirantes principales que buscaban la lealtad de la gente. Primero, estaban los varios filósofos del día que presentaban una cosmovisión global y daban consejos prácticos para una vida ordenada. Éstos hacían un llamamiento a los griegos y romanos más cultivados, con el fin religioso de fortalecer su capacidad para satisfacer otros aspectos de la personalidad. En los días de Pablo, el más influyente de éstos, y el que más en serio trabajó con las tendencias comunitarias fue el estoicismo, que tuvo su origen a finales del siglo cuarto. No obstante, fue Posidonio en el siglo primero a. de J. C. quien hizo mucho para revitalizar el pensamiento estoico, dándole un impulso significativo y un carácter más religioso que el que tenía antes. El así llamado "estoicismo medio" puede hallarse en los escritos de Séneca, el filósofo y estadista romano, contemporáneo de Pablo. También estaban en plena actividad los representantes de un enfoque más tradicional, por ejemplo, Cayo Musonio Rufo y más tarde Epicteto. Hubo también otras perspectivas filosóficas pero, a diferencia del estoicismo, no pudieron cautivar la imaginación popular –como ocurrió con los epicúreos y su tema del destino– o aún no se habían filtrado en la conciencia general de los más educados –como sucedió con el avivamiento del platonismo. Hay que mencionar también a los cínicos, cuyos proponentes no conformistas e itinerantes, que a menudo escandalizaban a sus contemporáneos con su mensaje y manera de vivir, ejercieron una cierta influencia en algunas ideas y prácticas estoicas. Era tanto lo que éstos tenían en común en el siglo primero d. de J. C. que el cinismo fue descrito apropiadamente como una clase de "estoicismo radical".

Para algunos, estas filosofías eran una solución demasiado cerebral. La búsqueda de una seguridad de inmortalidad y un lugar en el esquema de las cosas llevó a algunos a investigar las promesas hechas por las variadas religiones de "misterio" o herméticas que inundaron el mundo Mediterráneo Occidental provenientes de las provincias orientales. Éstas tenían una larga historia, y algunas de ellas tenían su origen en las religiones populares griegas que subsistieron al lado del escenario de los cultos oficiales. En una etapa temprana los misterios eleusinos se integraron en los cultos de la ciudad en Atenas, pero en su mayor parte las religiones de misterio (o simplemente "misterios") continuaron subsistiendo junto a la adoración oficial y no demandaban una separación de ella como requisito previo para que alguien fuera recibido como miembro. Vienen a la mente aquí los festivales dionisíacos o, un fenómeno muy diferente, las hermandades órficas. Particularmente, desde el siglo tercero a. de J. C. una variedad de religiones locales de Oriente Medio –egipcias, frigias, persas y otras– se diseminaron por todo el mundo helénico. Fueron traídas por inmigrantes, mercaderes, soldados y hasta esclavos, pero en el siglo segundo d. de J. C. fueron promovidas también por algunos intelectuales y gobernantes. Se establecieron como thiasoi, asociaciones privadas de culto, si bien, una vez más, no se prohibió la participación en el culto oficial, ni de hecho, en otros cultos de misterio. Así fue que los ritos asociados con deidades extranjeras como Cibeles, Atis, Isis y Serapis, Adonis y, en una fecha posterior, la figura de Mitras, se difundieron por todo el Imperio. Éstas cubrían las necesidades psicológicas de la gente de una manera mucho más sustancial que las escuelas filosóficas, especialmente a través de varios rituales dramáticos en los que sus adeptos participaban, y de vívidas experiencias místicas a las que podían aspirar. Ya que estas religiones poseían una tendencia democrática –abrían sus puertas a gente de toda nacionalidad, así como a mujeres y esclavos– y mantenían un firme hermetismo acerca de sus actividades, ejercían una poderosa atracción y fascinación en muchos.

(Continues...)


Excerpted from La idea de comunidad de Pabloby Robert Banks Copyright © 2011 by Editorial CLIE. Excerpted by permission of Zondervan. All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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BANKS, ROBERT
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ISBN 10: 8482675745 ISBN 13: 9788482675749
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Nuevo Rustica (tapa blanda)

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Rustica (tapa blanda). Condición: New. Estado de la sobrecubierta: Nuevo. 01. Muchos son los que afirman, convencidos, que el modelo de ?ekklesia? aplicado por su grupo o denominación, es el más ajustado a la practica de la iglesia apostólica. Pero a la hora de probar esta afirmación, no consiguen aportar otros argumentos que algunas ideas deshilvanadas y la cita de unos pocos pasajes bíblicos inconexos entre sí, y a veces, incluso fuera de su contexto. Se echaba de menos un trabajo académico serio y documentado, una investigación sistemática exegético-histórica, que analizara a fondo el modelo de comunidad paulina partiendo de su base escritural, pero a la luz del contexto cultural de la época y con la evidencia registrada en otras fuentes documentales. . . . . . . Robert Banks, historiador especializado en Nuevo Testamento, convencido de que la idea de comunidad de Pablo constituye la contribución más destacada y distintiva del apóstol de los gentiles al cristianismo, emprendió esta ardua tarea de investigación. Y el resultado ha sido un trabajo de remarcable calidad, un libro bien escrito, bien argumentado y bien organizado, que ilumina numerosos puntos de difícil interpretación; y que, a pesar que pueda plantear cierto rechazo por parte de algunos debido su forma peculiar de tratar las pastorales, o recelos de otros por su manera de entender la comunidad como algo ajeno a estructuras fijas y organizaciones supranacionales, aporta nuevas y valiosas líneas nuevas de pensamiento, al situar las ideas de Pablo en un contexto histórico más amplio de lo que se acostumbra y analizarlas, no tan solo desde el punto de vista del teólogo sistemático, sino también desde el del pensador social. . . . . . . . . . LA OBRA: . . . En la introducción, se definen los objetivos y líneas generales de trabajo: Investigar la dinámica interna de las comunidades de Pablo, basándose, como es de esperar, en un escrutinio de las propias cartas de Pablo y los textos de los Hechos de los Apóstoles; pero a la vez, sin olvidar ni menospreciar una sola de las fuentes externas y documentos contemporáneos, que cita constantemente a modo de evidencia y elemento comparativo: Apócrifa, Pseudoepígrafa, Rollos del Mar Muerto, Mishná, y otros. . . . . . . El primer capítulo analiza el escenario social y religioso de la época en todo relativo al concepto de comunidad religiosa. Describe el desencanto con las religiones tradicionales y remarca el interés por nuevas ideas y formas de asociación religiosa, de lo cual Pablo, como viajero incansable, era buen conocedor. Sigue con un completo estudio de la base teológica sobre la que descansa la idea de comunidad de Pablo: la libertad por medio de Cristo, ?donde está el Espíritu del Señor, hay libertad? (2 Cor. 3:17), y la analiza comparándola a la de otros proyectos de comunidad en la época, como los de Qumram, filósofos estoicos, cultos del misterio, ect., destacando, eso sí, el carácter distintivo superior del concepto paulino, basado en independencia del pecado, dependencia de Cristo e interdependencia con los demás. . . . . . . A partir de ahí, procede a estudiar en profundidad del significado del término ekklesia como realidad material, espiritual y celestial; adentrándose después en el análisis de las peculiaridades prácticas de las comunidades paulinas: su ubicación, variedad de sus componentes, tamaño y frecuencia de las reuniones, etc. Continua indagando en los términos utilizados por Pablo para referirse a las comunidades, y de manera especial en las imágenes y metáforas empleadas para definirlas: un ?edificio?, un ?campo?, un ?injerto?, un ?cuerpo?, y sobre todo el de una ?familia?, detallando cada uno de los diversos aspectos que aporta cada metáfora: construcción, crecimiento, conocimiento; comunión; así como también las expresiones físicas que derivan: el bautismo, la imposición de manos, la comida en comunidad, el beso u ósculo santo, etc. . . . . . . Ni que decir tiene que dedica un capítulo entero a los ?carismas? dones y ministerios, que Pablo insiste no fueron dados a los in. LIBRO. Nº de ref. del artículo: 1405454

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Condición: New. Idioma/Language: Español. Muchos son los que afirman, convencidos, que el modelo de "ekklesia" aplicado por su grupo o denominación, es el más ajustado a la practica de la iglesia apostólica. Pero a la hora de probar esta afirmación, no consiguen aportar otros argumentos que algunas ideas deshilvanadas y la cita de unos pocos pasajes bíblicos inconexos entre sí, y a veces, incluso fuera de su contexto. Se echaba de menos un trabajo académico serio y documentado, una investigación sistemática exegético-histórica, que analizara a fondo el modelo de comunidad paulina partiendo de su base escritural, pero a la luz del contexto cultural de la época y con la evidencia registrada en otras fuentes documentales. Robert Banks, historiador especializado en Nuevo Testamento, convencido de que la idea de comunidad de Pablo constituye la contribución más destacada y distintiva del apóstol de los gentiles al cristianismo, emprendió esta ardua tarea de investigación. Y el resultado ha sido un trabajo de remarcable calidad, un libro bien escrito, bien argumentado y bien organizado, que ilumina numerosos puntos de difícil interpretación; y que, a pesar que pueda plantear cierto rechazo por parte de algunos debido su forma peculiar de tratar las pastorales, o recelos de otros por su manera de entender la comunidad como algo ajeno a estructuras fijas y organizaciones supranacionales, aporta nuevas y valiosas líneas nuevas de pensamiento, al situar las ideas de Pablo en un contexto histórico más amplio de lo que se acostumbra y analizarlas, no tan solo desde el punto de vista del teólogo sistemático, sino también desde el del pensador social. LA OBRA: En la introducción, se definen los objetivos y líneas generales de trabajo: Investigar la dinámica interna de las comunidades de Pablo, basándose, como es de esperar, en un escrutinio de las propias cartas de Pablo y los textos de los Hechos de los Apóstoles; pero a la vez, sin olvidar ni menospreciar una sola de las fuentes externas y documentos contemporáneos, que cita constantemente a modo de evidencia y elemento comparativo: Apócrifa, Pseudoepígrafa, Rollos del Mar Muerto, Mishná, y otros. El primer capítulo analiza el escenario social y religioso de la época en todo relativo al concepto de comunidad religiosa. Describe el desencanto con las religiones tradicionales y remarca el interés por nuevas ideas y formas de asociación religiosa, de lo cual Pablo, como viajero incansable, era buen conocedor. Sigue con un completo estudio de la base teológica sobre la que descansa la idea de comunidad de Pablo: la libertad por medio de Cristo, "donde está el Espíritu del Señor, hay libertad" (2 Cor. 3:17), y la analiza comparándola a la de otros proyectos de comunidad en la época, como los de Qumram, filósofos estoicos, cultos del misterio, ect. , destacando, eso sí, el carácter distintivo superior del concepto paulino, basado en independencia del pecado, dependencia de Cristo e interdependencia con los demás. A partir de ahí, procede a estudiar en profundidad del significado del término ekklesia como realidad material, espiritual y celestial; adentrándose después en el análisis de las peculiaridades prácticas de las comunidades paulinas: su ubicación, variedad de sus componentes, tamaño y frecuencia de las reuniones, etc. Continua indagando en los términos utilizados por Pablo para referirse a las comunidades, y de manera especial en las imágenes y metáforas empleadas para definirlas: un "edificio", un "campo", un "injerto", un "cuerpo", y sobre todo el de una "familia", detallando cada uno de los diversos aspectos que aporta cada metáfora: construcción, crecimiento, conocimiento; comunión; así como también las expresiones físicas que derivan: el bautismo, la imposición de manos, la comida en comunidad, el beso u ósculo santo, etc. Ni que decir tiene que dedica un capítulo entero a los "carismas" dones y ministerios, que Pablo insiste no fueron dados a los individuos primordialmente para su propio disfrute, sino para la edificación o fortalecimiento de la comunidad. Finalmente, examina la comunidad en lo que refiere a su amplitud y diversidad entre los miembros, superando distinciones de clase, raza y género; la contribución de la mujer a la iglesia como miembro con voz y voto; la abolición de distinciones formales entre sacerdotes y laicos pero con un reconocimiento especial al servicio; el énfasis en la responsabilidad corporativa; y la misión de las comunidades cristianas en el mundo. Concluye con la idea de que la idea de comunidad de Pablo, asumida por Agustín de Hipona en la antigüedad, por Calvino y los anabaptistas en los días de la Reforma, y por otros movimientos más recientemente, no tan solo ha desafiado la práctica institucional y transformado muchas estructuras eclesiales a lo largo de la historia, sino que ha contribuído también de manera definitiva a configurar el pensamiento social de Occidente. El libro, que cuenta con un amplio aparato de anotaciones al pie de página, se completa con una extensa bibliografía temática de obras recomendadas para la lectura e investigación posterior; un glosario de términos difíciles o poco comunes y un extenso índice de citas bíblicas y de otras fuentes antiguas. Se trata de obra académica erudita, no para todos los públicos, escrita más bien para ser utilizada como texto de estudio en seminarios teológicos y como base de investigación por parte de estudiosos de la Biblia, teólogos, profesores y líderes. Aunque el autor afirma que al escribirlo, no estaba pensando únicamente en los lectores de inclinación cristiana, sino también en historiadores y sociólogos universitarios, puesto que la idea de comunidad de Pablo, es importante también desde la perspectiva histórica y social. *** Nota: Los envíos a España peninsular, Baleares y Canarias se realizan a través de mensajería urgente. No aceptamos pedidos con destino a Ceuta y Melilla. 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Banks, Robert J.
Publicado por CLIE, 2011
ISBN 10: 8482675745 ISBN 13: 9788482675749
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Librería: 3Brothers Bookstore, Egg harbor township, NJ, Estados Unidos de America

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Robert J Banks
Publicado por Vida Publishers, 2011
ISBN 10: 8482675745 ISBN 13: 9788482675749
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Publicado por Vida Publishers, 2011
ISBN 10: 8482675745 ISBN 13: 9788482675749
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Librería: PBShop.store UK, Fairford, GLOS, Reino Unido

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Publicado por CLIE, 2011
ISBN 10: 8482675745 ISBN 13: 9788482675749
Nuevo Tapa blanda

Librería: Ria Christie Collections, Uxbridge, Reino Unido

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Publicado por CLIE, 2011
ISBN 10: 8482675745 ISBN 13: 9788482675749
Nuevo Tapa blanda

Librería: California Books, Miami, FL, Estados Unidos de America

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Banks, Robert J.
Publicado por Vida Publishers 6/1/2011, 2011
ISBN 10: 8482675745 ISBN 13: 9788482675749
Nuevo Paperback or Softback

Librería: BargainBookStores, Grand Rapids, MI, Estados Unidos de America

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Paperback or Softback. Condición: New. La Idea de Comunidad de Pablo 0.57. Book. Nº de ref. del artículo: BBS-9788482675749

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Robert J. Banks
Publicado por CLIE, 2011
ISBN 10: 8482675745 ISBN 13: 9788482675749
Nuevo Paperback

Librería: Revaluation Books, Exeter, Reino Unido

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Paperback. Condición: Brand New. revised edition. 254 pages. Spanish language. 8.75x5.50x0.50 inches. In Stock. Nº de ref. del artículo: x-8482675745

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