"Es una lectura en la que la expresión florece convirtiéndose en gesto personificado de forma tan genuina e inteligente que es como frotar una lámpara mágica de la que brota el genio en mil y una facetas, no solo en la independencia de sus personajes, que son todos los genios y todos son uno a la vez, o en su lenguaje y su estructura, la feminidad vibrante y la masculinidad divinamente imposible que se alterna en sus páginas, sino también en cada referencia que en el texto conforma un mundo-otro que es el-mismo-de-siempre desde ojos distintos. Aquí están lo mismo griegos y aztecas, el Quijote, Virgilio, Quevedo o García Lorca, deliciosamente burlones, los hermanos Wright uno y multiplicados, el carnaval de Río es tan veneciano como carupanero y Da Vinci se emborracha en una cantina; lo mágico se vuelve ciencia, la ciencia magia y la palabra se erige capaz de crearlo todo. Parece gritarnos que el genio es un habitante cualquiera a la vez que no somos más que humanos terribles hasta la ternura, y uno se siente hasta con el potencial de serlo maravillado de no haberlo pensado antes. Cada cosa recuerda otra que no debe olvidarse ni morir de recuerdo. La pasión y la razón, el disfrute y el dolor mismo no son excluyentes, son válidos y autónomos en estas páginas que resuman placer y libertad a conciencia, donde la belleza es íntegra y el amor una gran obra de arte. El sexo se muestra en su amplitud maravillosa sin guantes de seda y con derecho a temblar; las convenciones y los prejuicios, fronteras de geografía primaria abolidos mientras se descubren y redescubren "Estefanía", "Tecla" o "Diomira" necesarias para poder llegar algún día a la soñada "Fumancha". Aquí hay mito, fundación, mundo, vida y muerte. Falsas verdades se ríen en nuestras caras y falsas mentiras nos lloran en el hombro."
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