Reseña del editor:
Esta obra es un acercamiento a la figura de san Bernardo, a su personalidad y al Tratado sobre el amor a Dios, en la que se afirma que el amor a Dios es la fuente de cualquier otro amor y tiene su premio en aquello que ama y es, en cierta medida, insaciable. Por ello el ser humano es un inquieto del amor. Este tratado está precedido por una amplia introducción, escrita por Juan María de la Torre, en la que hace repaso de la personalidad de Bernardo de Claraval y la importancia del autor en su obra, su dimensión del amor y un acercamiento al contenido del Tratado sobre el amor a Dios, objetivo fundamental de este trabajo. Se ofrece también, al final del libro, una serie de sermones escogidos sobre el tema del amor.
Nota de la solapa:
Bernardo de Claraval es uno de los grandes protagonistas de la Europa del siglo XII. Nació en 1090 en Borgoña, en el seno de una noble familia. En el 1115 funda el convento de Claraval, una de las primeras fundaciones cistercienses que establecería por toda Europa, siempre impulsado por una férrea devoción mariana. Se le conoce en la época como «el cazador de almas y vocaciones» por su carácter generoso y alegre, que le llevó a sumar un gran número de vocaciones a la Iglesia. En esta obra san Bernardo afirma que el amor a Dios es la fuente de cualquier otro amor y tiene su premio en aquello que ama y es, en cierta medida, insaciable. Por ello el ser humano es un inquieto del amor.|«En san Bernardo el amor no es una teoría ni un concepto, ni siquiera es una contemplación. El amor no se sitúa al final del eslabón de una cadena, la de la vida. El amor para Bernardo es una experiencia con todo lo globalizantemente vital que tiene la experiencia». (De la introducción de Juan María de la Torre)
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