Reseña del editor:
EL LIBRO DE ARENA El narrador de este cuento tiene el mismo nombre que el autor empírico (Borges), quien recibe de manos de un extraño vendedor el libro, de peso sorprendente y que por título lleva escrito en el lomo: Holy Writ. La numeración de sus páginas no es correlativa y una vez que se pasa una página resulta imposible volver a encontrarla. El vendedor le explica el nombre con que él mismo lo adquirió de manos de un mendigo: "ni el libro ni la arena tienen principio ni fin". Borges intenta encontrar la primera página, pero es imposible; lo mismo sucede con la última. Finalmente, lo compra por algo de dinero y una antigua Biblia. Al poco tiempo, Borges sólo vive para el libro, que estudia sin descanso. Sueña con él en los breves momentos en que vence al insomnio, se convierte en un "prisionero del libro". Entonces advierte que el libro -y él mismo- eran monstruosos. Se deshace de él al esconderlo en un anónimo anaquel de la Biblioteca Nacional (de la que el propio Borges fue Director). Declinaba el verano, y comprendí que el libro era monstruoso. De nada me sirvió considerar que no menos monstruoso era yo, que lo percibía con ojos y lo palpaba con diez dedos con uñas. Sentí que era un objeto de pesadilla, una cosa obscena que infamaba y corrompía la realidad.
"Sobre este título" puede pertenecer a otra edición de este libro.