Es el más importante autor dramático de la escuela neoclásica española. Sus máximas son: el teatro como deleite e instrucción moral (escuela de buenas costumbres) y una acción que imite de modo verosímil la realidad. De ahí nace el apego a las reglas dramáticas en todas sus facetas, especialmente la regla de las tres unidades: la de unidad de acción, de lugar y tiempo. La separación de géneros la realizó con tal precisión, que no llegó a escribir tragedias, pese a ser un género muy en boga en el Neoclasicismo europeo. Su carácter le llevó a la comedia, género que define diciendo: «pinta a los hombres como son, imita las costumbres nacionales existentes, los vicios y errores comunes, los incidentes de la vida doméstica; y de estos acaecimientos, de esos privados intereses, forma una fábula verosímil, instructiva y agradable».
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