Los gritos del pasado (EMBOLSILLO) - Tapa blanda

Cuando algo es bueno, es justo reconocerlo. Si trazáramos una línea en la historia de la literatura policíaca, el nombre de Camilla Läckberg, es un referente a tener en cuenta cada vez que uno de sus libros salen a la luz. Yo he sido una persona tardía, casi diría que me había obligado a no enfrentarme a estas novelas por miedo a que tanto crimen me saturara. ¿La solución al enigma? Encontrarte hoy en día una novela que, bien armada, te haga mantenerte en tensión desde el principio es muy difícil de encontrar. Ya dije en la reseña de su primera novela que os abriría las puertas de mi escritura para comentar que me estaba pareciendo la serie policíaca por excelencia de los últimos tiempos. ¿Que queréis saberlo ya? Me temo que tenéis que esperar un momento, ya sabéis que me gusta dejar con la intriga al pública que espera. Sólo os diré que como si fuera un laberinto, esta historia se mueve por sitios del ser humano oscuros, muy negros, haciéndonos ver que el mal puede vivir entre nosotros, durante mucho tiempo, sin necesidad de percatarnos de ello. Para muestra, el siguiente botón.

El cuerpo de una chica asesinada aparece, resguardando a su vez otros dos cuerpos de dos chicas desaparecidas hace tiempo. Erica y Patrik, embarazados de ocho meses, ven truncadas sus vacaciones cuando el caso de asesinato cae bajo la responsabilidad de él. Será entonces cuando empiecen a germinar las semillas de una historia de odio que había estado guardada, durante mucho tiempo.

“Los gritos del pasado” es diferente y a la vez no lo es. Vayamos por partes: es diferente porque se nota que en esta novela, la autora ha puesto más carne en el asador, ha creado una historia mucho más enrevesada, más completa, y con una mayor documentación de lo que el género policíaco se merece. No lo es porque, a su vez, nos presenta a los mismos personajes de su anterior novela, metiéndonos de lleno en un universo que, en el fondo, ya conocíamos desde hacía tiempo. Siempre me ha parecido de admirar que un autor aumente su capacidad narrativa y no se queda estancada en el truco fácil. Mucho más tenebrosa, mucho más complicada en su trama, mucho más redonda si cabe que la primera parte, esta nueva novela de Camilla Läckberg traslada al espectador a una película en formato literario donde intentaremos encontrar al asesino cueste lo que cueste, y a desentrañar aquellos detalles que en la investigación van quedando exentos de respuesta. Eso es lo que hace grande a una novela policíaca: intentar ponernos en la piel del investigador e ir reuniendo, pieza a pieza, aquellos datos que nos proporciona la lectura para comprobar si somos lo suficientemente inteligentes para encontrar al asesino antes que el policía. ¿Lo habré conseguido?

Otro de los aciertos de los que puedo hablar a la hora de reseñar “Los gritos del pasado” es habernos hecho relacionarnos con dos personajes que, por primera vez, tienen problemas cotidianos: la convivencia, el embarazo, la familia. En mi corta vida de lector de novela policíaca, no me he encontrado ninguna historia en la que los protagonistas tuvieran problemas tan terrenales como los que aquí se cuentan. En todas ellas el investigador era una especie de hombre abocado al fracaso y al que le perseguía la sombra de una tragedia que le hacía comportarse de una forma errática, casi diría que siniestra, y al que sólo le motivaba la caza al asesino. Y se agradece. Se agradece que una novela te presente personajes lo suficientemente humanos con los que podamos sentirnos identificados, mientras les vamos acompañando por el mundo oscuro de los asesinos. Erica y Patrik ya forman parte de esa familia novelesca de la que no se puede prescindir.

Por ello no es de extrañar que yo ahora diga, sin atisbo de duda alguno, que Camilla Läckberg caerá en mis manos de nuevo muy pronto. Bueno, no ella obviamente, sino su siguiente novela que podréis ver reseñada pronto, prontísimo diría yo. Porque si hay algo que está empezando a gustarme es el mundo del crimen, de los asesinos en serie, de las investigaciones, de intentar ser más listo que los personajes, y que mi mente cree asociaciones para saber, antes que nadie, que el asesino está ahí, al otro lado de la puerta, y nadie más lo ve que yo.