Reseña del editor:
El caballero de las botas azules (cuento extraño), la novela mejor considerada de Rosalía de Castro, pertenece ya al realismo, aunque es un trabajo lleno de magia y fantasía, muy al estilo de Hoffmann. La historia narra las vicisitudes de un caballero que se autodenomina duque de la Gloria y aparece sorpresivamente en distintos puntos de Madrid, dejando boquiabiertos a todos por su extraño aspecto. Luce unas botas azules, un lazo blanco en forma de aguilucho y una varita con un cascabel. Su personalidad subyugante y su atractivo le abren las puertas de los palacios y de las tertulias madrileños, pero sobre todo de las voluntades de las señoras. El duque, curiosamente, no parece nada interesado en estas conquistas sino en llevar a cabo la extraña tarea de sacar a la luz el desastroso estado de la literatura, la crítica y la edición, no menos degeneradas que los adocenados lectores, casi exclusivamente interesados en los novelones pseudohistóricos y los folletines románticos. Cumplida su tarea de denuncia y escarnio públicos, el duque de la Gloria se volatiliza de forma tan misteriosa como había aparecido. Su presencia ha roto los esquemas de los aburguesados madrileños, que lo consideran un loco, aunque un loco genial. El duque de la Gloria es el símbolo de la innovación literaria.
Nota de la solapa:
Ya no les basta a algunos que falte el buen gusto por completo en sus obras, ni que la idea sea tan pobre y mezquina que se pierda a cada paso entre la despilfarrada acumulación de ampulosas frases, sino que, traspasando los límites de la paciencia humana, se ven aparecer descaradamente y sin pudor y –lo que es más– con pretensiones de ser conservados para mejores tiempos, libros cuyo monstruoso conjunto pudiera llamarse el sueño de un demente [...]. En cambio, llenan otros páginas y páginas de no sabemos qué insustancial clasicismo, indigno de corazones poetas, y que pudiera decirse inspirado por una momia egipcia: mas es lo cierto que unos y otros pretenden sin pudor ocupar los primeros puestos, reservados a los genios inmortales. Hablo de este modo, señora, porque me ha indignado la reciente lectura de una novela desconocida que lleva por epígrafe: El caballero de las botas azules. En ella, una gracia bellaca, como diría Cervantes, unas pretensiones que se pierden en lo infinito, una audacia inconcebible y un pensamiento, si es que alguno encierra, que nadie acierta a adivinar, se hermanan lastimosamente con una falta absoluta de ingenio; he leído la mitad, y no puedo saber todavía en qué capítulo empieza, puesto que es en todos a la vez.
"Sobre este título" puede pertenecer a otra edición de este libro.