Cuentos completos - Tapa blanda

Hay momentos en la vida de todo lector en los que éste se siente infinitamente afortunado, cuando se da cuenta de hasta qué punto un libro es mucho más que papel y palabras, de qué modo se puede compartir una experiencia a través de la literatura. Hay libros que requieren más de una lectura, a cual más apasionada y apasionante, y este (o estos porque en realidad son cuatro) de Marguerite Yourcenar sin duda es uno de ellos. La primera lectura es la del asombro, la de la sensación de vislumbrar una cumbre que se sabe que existe pero que rara vez se visita en la vida. La segunda, consecutiva en mi caso muy especialmente en los relatos que originariamente formaron el libro titulado Fuegos, es la del disfrute: una vez se pellizca uno para comprobar que sí está despierto toca disfrutar del sueño real. Las demás lecturas son prometidas, es uno de esos libros que uno sabe que volverá a leer tarde o temprano y sólo por esa certidumbre ya empieza a disfrutarlo de nuevo. Cuentos completos, de Marguerite Yourcenar es eso y mucho más, tanto que sólo aspiro a tratar de hacerlo entrever, porque lo que ella cuenta es tan inseparable de cómo lo cuenta que descubrirlos en unas palabras que no sean las suyas no es sino una pérdida irremediable.

Son cuentos muy diferentes, desde los breves difícilmente clasificables que componen ese exorcismo amoroso que es Fuegos y que mezclan clásicos actualizados junto con breves poemas, impactantes como los hay pocos, a los maravillosos Cuentos orientales, tan auténticos que parece imposible que hayan sido escritos por una autora contemporánea. Son más largos, con más vocación de totalidad, los que componen el último libro, Como el agua que fluye, pero independientemente del estilo, la temática, la ambientación o el tamaño son todos de una calidad y una belleza incuestionables.

La precisión en el uso del lenguaje de Marguerite Yourcenar junto con su mirada inteligente y a la vez sin concesiones hace de cualquier asunto que trate se convierta en un acontecimiento literario. Desde su inolvidable María Magdalena, quien en las manos de la autora es el amor, al pintor Wang-Fô o al mismo Aquiles, cualquier personaje o historia vistos con los ojos de Marguerite Yourcenar es todos los personajes, todas las historias. Su obra es la vida pero vista desde una altura tan excepcional que junto a la admiración y al asombro es inevitable sentir un cierto vértigo.

No es menos excepcional la oportunidad de conocer las opiniones de la autora sobre su propia obra, los datos que aporta junto a su lucidez intelectual complementan la lectura de sus textos de la mejor manera posible, siendo el lector partícipe no sólo del resultado sino de la génesis y las sucesivas transformaciones de los cuentos, de su orígen y de su maduración.

No quisiera resultar especialmente exagerado, libros buenos hay muchos incluso es relativamente fácil encontrarlos muy buenos, pero éste no es sólo muy bueno, estos Cuentos completos son una de esas razones por las que uno lee. Lo que hace que la literatura sea más que ocio

Marguerite Yourcenar (Bruselas, 1903-Maine, 1987) empezó a escribir durante su aristocrática y cosmopolita adolescencia, y siguió escribiendo con prestigio creciente hasta el final de sus días. La herencia legada por su padre le permitió vivir con cierta independencia. Con la Segunda Guerra Mundial emigró a Estados Unidos, donde trabajó como profesora de Literatura. Desde entonces vivió a caballo entre una isla de Nueva Inglaterra y Francia, donde fue elegida miembro de la Academia en 1980, además de viajar extensamente. Autora fundamental del siglo XX, con novelas como Memorias de Adriano (1951) y Opus nigrum (1968), otras de formato más breve -Alexis o el tratado del inútil combate (1929) y El tiro de gracia (1939)-, numerosos ensayos -Peregrina y extranjera (1989); A beneficio de inventario (1962)-, cuatro libros de relatos -Cuento azul (1993), Fuegos (1936), Cuentos orientales (1938) y Como el agua que fluye (1982)- recogidos en Cuentos completos (Alfaguara, 2010), y varios tomos de prosa memorialística entre los que se cuenta la trilogía autobiográfica El laberinto del mundo (Alfaguara, 2012), compuesta por Recordatorios, Archivos del Norte y ¿Qué? La eternidad, ha explorado cuestiones palpitantes en el alma del ser humano, en un recorrido en el que se enlazan sin fisuras el pasado, la historia, el presente, lo lejano y lo eterno.