Reseña del editor:
Juanita la Larga es un retrato colorista y vívido de una sociedad pueblerina de la Andalucía de mediados del siglo XIX. Valera nos la presenta como un reflejo de sus recuerdos de niñez, envuelta en un halo bucólico y en parte idealizada, ya que nos describe un pueblo en continua ebullición, con fiestas locales habituales y una estrecha relación entre todos sus habitantes.En el pueblo de Villalegre don Paco es uno de los hombres de más elevada posición. A sus cincuenta y tres años es respetado por todos y requerido para las tareas de más importancia por su cualificación. Viudo desde hace más de dos décadas, ve cómo la vida que se ha labrado se tambalea cuando se enamora perdidamente de una joven de diecisiete años, Juanita, muy distante a él no sólo en edad, sino también por las circunstancias que marcaron su nacimiento y por su clase humilde.No obstante, el carácter intrínseco real de muchos municipios se recoge en la obra, y el autor da muestras de conocerlo bien: la hipocresía imperante, el qué dirán, el buen o mal nombre de las familias, etcétera.
Biografía del autor:
Juan Valera y Alcalá-Galiano (Cabra, Córdoba, 18 de octubre de 1824 — Madrid, 18 de abril de 1905) fue un escritor, diplomático y político español. Hijo de José Valera y Viaña y de Dolores Alcalá-Galiano, marquesa de la Paniega. Estudió Lengua y Filosofía en el seminario de Málaga entre 1837 y 1840 y en el colegio Sacromonte de Granada en 1841. Luego inició estudios de Filosofía y Derecho en la Universidad de Granada. Empezó a ejercer la carrera diplomática en Nápoles junto al embajador y poeta Ángel de Saavedra, Duque de Rivas; allí estuvo dos años y medio aprendiendo griego y entablando una amistad profunda con Lucía Paladí, marquesa de Bedmar, "La Dama Griega" o "La Muerta", como gustaba de llamarla, a quien quiso mucho y que le marcó enormemente. Después, distintos destinos lo llevaron a viajar por buena parte de Europa y América: Dresde, San Petersburgo, Lisboa, Río de Janeiro, Nápoles, Washington, París, Bruselas y Viena. De todos estos viajes dejó constancia en un entretenido epistolario excepcionalmente bien escrito e inmediatamente publicado sin su conocimiento en España, lo que le molestó bastante, pues no ahorraba datos sobre sus múltiples aventuras amorosas. Fue especialmente importante su enamoramiento de la actriz Magdalena Brohan. En 1861 se casó en París con Dolores Delavat. En 1858 se jubiló y decidió establecerse en Madrid, donde inició una carrera política: fue diputado por Archidona, oficial de la secretaría de estado, subsecretario y ministro de Instrucción Pública con Amadeo de Saboya. En 1860 explicó en el Ateneo de Madrid la Historia crítica de nuestra poesía con un éxito inmenso. Le eligieron miembro de la Real Academia Española en 1862. Fue embajador en Lisboa, Bruselas, Viena y Washington; en esta última ciudad mantuvo una relación amorosa con la hija del secretario de estado estadounidense, Katherine C. Bayard, que acabó suicidándose. Durante sus últimos años, aquejado de ceguera, mantuvo una famosa tertulia nocturna en su casa de Madrid a la que acudían entre otros Marcelino Menéndez Pelayo y Ramón Pérez de Ayala. Colaboró en diversas revistas desde que como estudiante lo hiciera en La Alhambra. Fue director de una serie de periódicos y revistas, fundó El Cócora y El Contemporáneo y escribió en Revista de Ambos Mundos, Revista Peninsular, El Estado, La América, El Mundo Pintoresco, La Malva, La Esperanza, El Pensamiento Español y otras muchas revistas.
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