En los confines del silencio: El triste camino de los elegidos ( Primera parte ) - Tapa blanda

Mi obra pretende ser el principio de una larga, exitosa y entretenida saga, gracias a que narro la curiosa historia de un mundo llamado Maih Mhort, el cual está habitado por valientes guerreros, por príncipes luchadores, por nobles aguerridos, por pérfidos magos, por maléficas criaturas, por dioses impertinentes, por diablos indisciplinados, por luchadores alocados y por aventureros legendarios. En tal mundo primitivo y medieval, sin tecnología, por culpa del abusivo uso que los grandes magos hacen de la magia, en los 13 reinos llevan años de interminables y sanguinarias luchas. Cansados de la muerte de tanta gente inocente, para poner fin a un cruel y continuo derramamiento de sangre, todas las casas nobles que participan en la contienda deciden firmar un curioso tratado de paz, por el cual traerán una larga tregua a sus hogares a cambio de que todos los representantes principales de los reinos y sus primogénitos emprendan un exilio voluntario que les va a obligar a cruzar el estrecho de Muidox; un paso dimensional que separa el infernal mundo de Maih Mhort del aparentemente tranquilo mundo de los Racmen ( como los recién llegados llaman a los habitantes del planeta tierra ). En su nuevo hogar, los exiliados de Maih Mhort deben de aguardar un largo espacio de tiempo hasta que llegue el momento de regresar a su mundo, cuando, según el tratado de paz que hicieron con los grandes magos, tendrán que entregar a sus primogénitos en una cruel y peligrosa ceremonia; un rito de iniciación por el cual pueden poner las vidas de sus hijos en peligro de muerte. Por eso muchos nobles se oponen a ello, porque no desean pagar un precio tan alto: la vida de sus hijos a cambio de la paz. De ahí que algunos lleven años preparándose para impedirlo. Uno de esos nobles es el príncipe Diligen, quien no piensa permitir que Suc-Lar, su hijo, sea secuestrado por los Zoltan; los seres oscuros que fueron enviados por los grandes magos para que, en la tierra de los extraños, fueran los guardianes de la voluntad del pacto de Sanna Cumaig, encargados de que, una vez llegara el día, todos los nobles, sin excepciones, cumplieran con el tratado. Y se les otorgó un poder ilimitado para que pudieran obligar a todo aquel que se negase a que cumpliera con el pacto; si alguien se negaba, ellos se podían llevar a sus primogénitos a la fuerza y empleando sus poderes más maléficos. En el nuevo mundo, los exiliados también tienen que andar con cuidado, pues la tierra de los extraños muestra sus propios peligros. A parte de tener que pasar desapercibidos ante los terribles Racmen, también tienen que procurar no enfrentarse con los vespusianos, una raza de indeseables que, hace muchos siglos, fueron los primeros expulsados de Maih Mhort, tal y como le sucedió a los uscos y a los pullatores; terribles demonios que secuestran a las personas por medio de tenebrosos susurros, con los cuales dominan sus mentes para acabar con sus almas y así, luego, transformarlos en sus futuros soldados demoniacos. Aunque también está Úripest, el lacayo de los viejos señores, un ser oscuro, mitad hombre, mitad reptil, que tiene sus propios motivos para tener a los Racmen como enemigos, además de querer controlar también al hijo del príncipe Diligen, sobre el que pesa una terrible maldición que le puede convertir en un monstruo infernal si sus padres no le protegen. No obstante, del mismo modo le interesa capturar a Mila, la Elegida, la niña con poderes mágicos que las guerreras de Sefnim-Cot protegen en el orfanato. E incluso, como le sucede a todo el mundo, quiere hallar el diario de El Jaguar, el humilde aventurero, pues en él se esconden secretos y claves muy valiosas que pueden ayudarle a encontrar a Alisbert, la gran guardiana; o saber cómo se puede alcanzar las puertas de Odiorn; o, lo más importante para él, hallar el lugar donde está oculto Candastjar, el reino perdido.