Reseña del editor:
1884. . : ... Vil SUPLICIO, TORTURA, AMOR Y PLEITO. Entonces empezó en casa de Cleopatra, ó más -que empezó volvió á reproducirse aquella existencia azarosa y mísera, farsa de opulencia, representación de lujo bajo cuyos oropeles se ocultaba la más triste escasez. Cleopatra se encontraba en una situación angustiosa. Cuando una puerta se cierra, ciento se cierran: Cleopatra no tenía á quien acudir. Don Bartolín la acosaba día y noche, la molestaba de continuo, por la mañana al levantarse, y por la tarde al salir de paseo; cuando acababa la visita, y con ella el enojoso duelo entre el acreedor y la deudora, empezaba la llegada de cartas, en las que había demandas y amenazas, quejas é insultos. La modista había advertido á Cleo que, si antes de tres días no le abonaba el total de su cuenta, apelaría al embargo preventivo. Don Bartolín, una mañana se llevó los caballos, y cuando Cleo pidió el coche, subióSimón el cochero, y con palabras bastante groseras, después de anunciarle lo sucedido, la pidiósus salarios. --Puesto que aquí ya no hay coche--la dijo-- yo estoy demás, señorita... venga mi dinero; me debe Vd. siete meses. No eran sólo deudas grandes, como la de la modista. como la del joyero, la de don Bartolínr le acosaban también mil pequeños créditos: el ramo de flores, el servicio de emparedados, el Champagne de la última fiesta, los salarios de Irene, la cuenta del gas, la contribución del hotel,. una caja de guantes... los detalles todos de una existencia dilapidadora y sin orden, que va dejando detrás de sí una estela de delitos como la que deja de luz un meteoro. Tenía Cleo momentos de fiereza y de ira. Todo se le ponía mal; el fracaso la conminaba. Hubo ocasión en que echaba la culpa de lo que ocurría al influjo funesto de Valent...
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