La canción helada (GALAXIA NOVA) - Tapa dura

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9788415472971: La canción helada (GALAXIA NOVA)
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Barcelona. 23 cm. 309 p. Encuadernación en tapa dura de editorial con sobrecubierta ilustrada. Colección '[Galaxia nova]', numero coleccion([9]). Ullmann, Linn 1966-. Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo. Título original: Det dyrebare. Baggethun, Kirsti. 1944-. traductor. Lorenzo, Asunción .. Este libro es de segunda mano y tiene o puede tener marcas y señales de su anterior propietario. ISBN: 9788415472971 (Galaxia Gutenberg); 9788467255959 (

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Reseña del editor:
Una joven desaparece sin dejar rastro en una noche lluviosa de julio. Algunos años más tarde, sus restos son descubiertos por tres niños al desenterrar un tesoro que ellos mismos escondieron en el bosque. La joven, Mille, fue vista por última vez en la lujosa fiesta celebrada por la familia y amigos de Jenny Brodal, para celebrar su 75 cumpleaños. La desaparición de Mille afecta a todos los que han tenido alguna relación con ella: los que la deseaban, los que la buscaron, los que le dieron la espalda cuando la encontraron llorando, los que la mataron, los que trataron de olvidarla. Poco a poco emerge una historia de amor, confusión y engaño, de vidas secretas y dolorosos apegos. La canción helada es la historia de lo que llevó a la desaparición de Mille y de lo ocurrido después. De cómo un malestar persistente sigue devorándolo todo a su alrededor. Linn Ullmann escribe acerca de la obsesión, los sueños y la traición, sobre la devoción y la imprudencia, sobre una gran soledad y el intento de reconciliación, sobre la fragilidad del amor y el deseo de expiación.
Extracto. © Reimpreso con autorización. Reservados todos los derechos.:
LINN ULLMANN La canción helada Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo Pero tu desaparición queda Gunnar Ekelöf A Niels Jenny Brodal llevaba más de veinte años sin probar una gota. Descorchó una botella de vino tinto y se sirvió una copa hasta el borde. Había soñado con el calor que le regaría el estómago, el cosquilleo en las puntas de los dedos. Se sintió decepcionada, pero dio otro sorbo, mejor dicho, vació la copa y se estremeció. ¡Nunca había dicho que nunca más! Había dicho que día a día, y nunca, nunca, había dicho que nunca más. Estaba sentada en el borde de la cama, maquillada y arreglada, excepto por los grandes calcetines grises de lana que Irma le había tejido. Tenía los pies fríos. Era por algo de la circulación. También los tenía hinchados. Temía el momento en el que tuviera que meterlos en las estrechas sandalias de tacón. De color nectarina. De la década de los sesenta. Jenny se sirvió otra copa. Había que procurar que el vino le bajara hasta los pies. Nunca había dicho que nunca más. Había dicho que día a día. Intentó acordarse de por qué se había opuesto a esa fiesta, a esa celebración. Se levantó y se dio una vuelta frente al espejo. El vestido negro le quedaba perfecto de pecho. Enseguida se quitaría los calcetines y se pondría las sandalias. Era el quince de julio de 2008 y Jenny cumplía setenta y cinco años. Mailund, la gran casa blanca en la que se había criado después de la guerra, cuando sus padres la llevaron allí desde la ciudad quemada de Molde, estaba llena de flores. Jenny había vivido en ella casi toda su vida, momentos tristes y momentos alegres, y ahora se dirigían hacia allí cuarenta y siete invitados con vestidos de verano para celebrar su cumpleaños. 9 I El tesoro Mille, o lo que quedaba de ella, fue encontrada por Simen y dos amigos que estaban cavando en el bosque en busca de un tesoro. No sabían qué era eso que acababan de encontrar. Pero sabían que no era el tesoro. Era lo contrario del tesoro. Más tarde, cuando tuvieron que explicar a la policía y a sus padres qué hacían en el bosque, a Simen le resultó muy complicado. ¿Por qué se habían puesto a cavar justo en ese claro del bosque? ¿Debajo de ese árbol? ¿Y qué era realmente lo que estaban buscando? Dos años antes todos habían buscado a Mille, adultos y niños. Toda la gente que veraneaba en esa pequeña ciudad costera, todos los que residían allí todo el año, la policía, los padres de Mille, todos los que escribieron sobre ella en el periódico y hablaron de ella en la tele, habían buscado a Mille. En agua y en tierra, en cunetas y en tumbas, en los arenales de Tangen y en las cercanías de las inhóspitas rocas al norte de la ciudad, en las ruinas de detrás del colegio desmantelado y en la casa deshabitada medio derruida al final de la calle Brage, donde la hierba cubría ya las ventanas y a los niños no se les permitía jugar. Los padres de Mille habían rastreado cada centímetro del centro, yendo de casa en casa, de tienda en tienda, mostrando fotos de Mille, habían colgado carteles en la puerta de la cooperativa, en la puerta del bar Bellini, en la puerta de la librería que antaño era conocida por bibliófilos de toda Noruega por tener un excepcional surtido de literatura de ficción en otras lenguas (era cuando Jenny Brodal estaba detrás del mostrador), en la puerta de la pizzería Palermo y en la puerta de la panadería clausurada, que durante los meses de verano alojaba el recién inaugurado restaurante de pescado Gloucester Ma, al que la gente simplemente llamaba la vieja panadería, porque Gloucester resultaba muy difícil de pronunciar. La vieja panadería estaba al principio de la calle que subía a Mailund, un largo 13 camino que serpenteaba entre las rocas, el bosque, y todas las casitas de veraneo, a cual más fea. Todo el mundo buscó a Mille, incluso ese chico al que llamaban KB, que más adelante fue arrestado por haberla matado, y durante dos años ella estuvo enterrada en el bosque, debajo de un árbol, sin que nadie la encontrara, cubierta de tierra, hierba, musgo, ramas y piedras, y ahora también ella se había convertido en tierra, excepto el cráneo y los restos de huesos y dientes, las finas pulseras y el largo pelo negro, que ya no era ni largo ni negro, sino ralo y marchito, como si hubiera sido arrancado de la cuneta con raíz y todo. El verano en el que Mille desapareció, a Simen le parecía verla por todas partes. Ella era la cara en el escaparate, la cabeza en las olas, el pelo largo y negro de una mujer desconocida levantado como un torbellino por el viento, y el vestido rojo de mamá. Todo el mundo hablaba de ella, todo el mundo se preguntaba qué le había pasado. Antes Mille era real, antes miraba a Simen riéndose. Se llamaba Mille, pero de repente desapareció en la niebla. Las palas eran de verdad. Las bicicletas eran de verdad. El hoyo en el que la encontraron era de verdad. Pero Mille no era de verdad. Mille era un velo de noche y frío que a veces le pasaba por dentro, llevándose su alegría. Simen no se había olvidado de ella. Pensaba en ella cuando no podía dormir o cuando se acercaba el otoño y el aire olía a pólvora y a hojas mojadas y muertas, pero ya hacía mucho que no pensaba en ella. Simen era el más joven de los tres chicos. Los otros dos se llamaban Gunnar y Ole Kristian. Un sábado, a finales de octubre de 2010, los tres amigos se reunieron por última vez ese año. Las casas de veraneo se iban a cerrar ya para el invierno, y la pequeña ciudad costera a un par de horas al sur de Oslo quedaría pronto envuelta en su propia oscuridad. Era por la tarde y estaba anocheciendo, y los chicos habían acordado cavar en busca del tesoro que habían enterrado unos meses antes. Gunnar y Ole Kristian no veían sentido a tenerlo enterrado para siempre. Simen no estaba de acuerdo. Era justo eso lo que lo convertía en tesoro, el que estuviera oculto para todo el mundo menos para ellos, el tesoro era mil veces más valioso dentro que encima de la tierra. No era capaz de explicar por qué, solo sabía que era así. Pero 14 para decir la verdad, ni Gunnar ni Ole Kristian entendían nada de lo que Simen estaba hablando, les parecía que su amigo no tenía ni idea, los dos querían recuperar el contenido del tesoro, sus aportaciones al mismo, y Simen acabó por decir que vale, que le daba igual, y que por qué no ir allí a desenterrar toda esa mierda. La historia de Simen y el tesoro había empezado unos meses antes, en agosto, cuando Gunnar, el mayor de los tres chicos, propuso que mezclaran sus sangres. El verano estaba acabando, la tarde era roja y cálida y todo estaba floreciendo como de propina, como solo ocurre cuando todo se está acercando a su fin. Al cabo de poco tiempo se separarían, volverían cada uno a su lugar habitual de residencia, al otoño, al colegio, al equipo de fútbol y a los otros compañeros. Gunnar tomó aire y dijo: –.Mezclar la sangre es un símbolo de eterna amistad. Los otros dos se estremecieron un poco, la idea de hacerse un corte en la palma de la mano con un trozo de vidrio de una botella rota de naranjada Solo no les resultaba nada tentadora, dolería muchísimo, no era algo que uno tuviera ganas de hacerse a uno mismo, ni siquiera por la amistad eterna, y aunque lo que más hacían era jugar al fútbol y emplear las piernas, también hacían falta las manos, hacían falta para muchas cosas distintas, sin arañazos y heridas ensangrentadas, ¿pero cómo decírselo a Gunnar sin que te acusara de ser cobarde e infantil, y sin romper todo lo bueno que tenían juntos? Estaban sentados en el llano que había delante de la cabaña secreta del bosque, y que entre los tres habían construido el año anterior. Habían encendido una hoguera y asado salchichas, comido patatas fritas y bebido coca cola, los tres eran hinchas del Liverpool, así que no les faltaba tema de conversación, también habían cantado, porque allí, en la cabaña, nadie podía oírles, no había nadie que pudiera verles hacer el ridículo, Walk on, walk on, with hope in your heart,1 y Simen pensaba que cuando cantabas esa canción tenías realmente la sensación de que la vida estaba a punto de empezar. Pero entonces Gunnar, y eso era típico suyo, empezó a decir que quizá no eran amigos de verdad solo por 1. Extracto de la canción «You’ll Never Walk Alone», hit de 1945 que pertenece al musical Carousel, compuesto por Oscar Hammerstein y Richard Rodgers. 15 estar juntos todos los veranos. Amigos de verdad que se ayudaban y se apoyaban en todo. Gunnar conocía a un chico que había sido del Liverpool durante años, y luego se había hecho del Manchester United solo porque su nuevo vecino era del Manchester United. ¿Qué se hace con un tipo así? ¿Es ese un amigo de verdad? Y de repente Gunnar se enredó en un discurso sobre sangre, dolor, la amistad verdadera y otras cosas en las que obviamente había estado pensando durante el verano, y que desembocó en esa propuesta de mezclar sus sangres. Lo había preparado todo, había trazado un plan, algo que también era típico de Gunnar. Los trozos de vidrio estaban bien envueltos en papel de plata, había roto la botella en el patio trasero de su casa, y luego los había lavado con detergente, porque lo que pasaba, explicó Gunnar, era que cuando te hacías un corte en la mano con trozos de cristal sucio, podías sufrir una septicemia y morirte, dijo, colocando el pequeño paquete entre ellos y desenvolviendo con cuidado el papel de aluminio, como si dentro hubiera diamantes o escorpiones. Fue entonces cuando a Ole Kristian, que era el más resuelto de los tres, se le ocurrió la idea alternativa de enterrar un tesoro –.como símbolo de una amistad eterna, auténtica y verdadera. Tanto en invierno como en verano. En lo bueno y en lo malo. Cada uno tenía que aportar una cosa y esa cosa tenía que ser algo valioso. Un tesoro en lugar de mezclar las sangres. En el cobertizo del jardín de los padres de Ole Kristian había un viejo cubo de hojalata azul claro con tapa, que la madre había comprado en una tienda de objetos usados hacía varios años. El cubo estaba abollado, con imágenes de vacas y bonitas pastoras pintadas a mano y palidecidas por el sol, y en un lado del cubo ponía en inglés: MILK – nature¿s most nearly perfect food. El padre de Ole Kristian llevaba todo el día de mal humor porque la madre se había gastado casi cuatrocientas coronas en una cosa tan tonta como un viejo cubo de leche. Entonces la madre de Ole Kristian se había puesto el doble de mal humor diciendo que en cuanto el padre colocara esa tarima en el jardín delante de la puerta del dormitorio (que había prometido hacía un eternidad), ella la decoraría con cajas, macetas, rosas, cojines y mantas. Sería su pequeña terraza italiana, había dicho ella. El cubo de hojalata formaba parte del plan de la madre; cuando algún día tuviera la tarima, lo llenaría de flores silvestres. Pero la tarima no llegaba, no aquel año, ni 16 tampoco el siguiente, y ahora el cubo estaba al fondo del cobertizo, oculto en parte por un cortacésped averiado. El cubo podría ser su cofre del tesoro, dijo Ole Kristian. (El quid de la cuestión de enterrar un tesoro era que no se volviera a desenterrar jamás. Jamás. Sabías dónde estaba. Sabías lo valioso que era y cuánto habías sacrificado al decidir enterrarlo y no volver a verlo nunca más. Y no podías contárselo a nadie.) Pero Ole Kristian tenía que meter algo dentro del cubo, opinó Simen, y Gunnar estaba de acuerdo. ¿No acababa Ole Kristian de recibir doscientas cincuenta coronas de su abuela? Debería sacrificar al menos doscientas. El dinero (si eran billetes) podrían meterlo en una bolsa de plástico, así no se descompondría. Ole Kristian no quería entregar el dinero, aunque lo del tesoro había sido idea suya y fue él quien dijo que todas las aportaciones tendrían que tener cierto valor, que había que sacrificar algo. Tanto Simen como Gunnar opinaban que no bastaba con decir que el cubo era su aportación. ¡Eso no era ningún sacrificio! El cubo de hojalata no formaba parte del tesoro, el cubo de hojalata era donde meterían el tesoro. Para decir la verdad (y ese era en cierta manera el momento de la verdad, comentó Gunnar), lo único que Ole Kristian tenía de valor era el dinero de su abuela. Tenía que ser algo valioso. Y en cuanto a Gunnar, no cabía duda de lo que tenía que ser su aportación. Simen y Ole Kristian estaban totalmente de acuerdo en ese punto. Gunnar tenía que sacrificar la libreta de autógrafos del Liverpool. Unos meses antes, Gunnar había estado en Liverpool con su hermano mayor, que tenía veintidós años. Habían pasado allí un fin de semana entero, se habían alojado en un hotel, y habían visto un partido de la Premier League entre el Liverpool y el Tottenham. (El hermano mayor de Gunnar no era un hermano mayor auténtico, aunque Gunnar siempre hablaba de que su hermano mayor había hecho esto y aquello; en realidad era un hermanastro mayor, era hijo del padre de Gunnar, y la verdad era que Gunnar no lo veía muy a menudo.) En la libreta de autógrafos habían escrito sus nombres, entre otros muchos, Steven Gerrard, Fernando Torres, Xabi Alonso y Jamie Carragher, y en la última página del libro había pegada una foto de Gunnar con su hermano mayor delante del estadio de Anfield, los dos con bufandas del Liverpool alrededor del cuello. El hermano mayor medía más de un metro noventa, tenía un flequillo castaño y los hombros anchos, a 17 su lado Gunnar parecía una araña zancuda, y debajo de la foto ponía con boli azul: Al hermano pequeño más guay del mundo, de Morten. Simen sabía que en realidad Gunnar no quería meter la libreta de autógrafos en el cubo. Las doscientas cincuenta coronas de la abuela de Ole Kristian era una cosa. Pero otra muy diferente era la libreta de autógrafos del Liverpool de Gunnar, eso escocía. La abuela de Ole Kristian le daba dinero con bastante frecuencia, pero no era muy frecuente que el hermano mayor de Gunnar (aunque no era un hermano mayor de verdad) se llevara a Gunnar a Liverpool, y tampoco era muy frecuente que consiguieras los autógrafos de Steven Gerrard, Fernando Torres, Xabi Alonso y Jamie Carragher. Y Gunnar, que era el más flaco de los tres, estuvo a punto de echarse a llorar cuando prometió a los otros que entregaría su libreta de autógrafos. Cuanto ese punto quedó aclarado, Simen susurró: –.Ya sé lo que voy a meter en el cubo. Ya solo quedaba él. El cielo se había nublado sobre la cabaña secreta y Simen quería mostrar a Gunnar y Ole Kristian que también él estaba dispuesto a sacrificar algo. La madre de Simen tenía una joya, una pequeña cruz de diamantes. Se la había regalado su padre para Navidad dos años y medio antes. Simen había ido con él a comprarla a la joyería, y casi se desmayó al ver los muchos miles de coronas que costaba. La intención era que el regalo también fuera un poco suyo y que su madre se pusiera muy contenta. Pero no estaba seguro de que hubiera funcionado, pagar tantos miles de coronas para que su madre se pusiera contenta. Su madre era la misma después que antes de las navidades. Tantos billetes de mil por una joya tan pequeña. Simen pensaba preguntar a su padre si había valido la pena. Pero no lo hizo. Y ahora se le había ocurrido una idea. Todas las noches, antes de acostarse, su madre se quitaba la joya y la dejaba en un platito azul en el baño. Habría que esperar a que todo el mundo se durmiera, así de fácil era. Nadie sospecharía de él. Simen no era de esos que cogían cosas. Su madre se pondría muy triste, revolvería toda la casa para encontrarla, pero jamás sospecharía de él. Gunnar y Ole Kristian se miraron boquiabiertos el uno al otro, y luego miraron a Simen. –.¿Cuánto costó exactamente? –.preguntó Ole Kristian. –.Miles de coronas. A lo mejor diecisiete mil. 18 –.No puede ser –.dijo Ole Kristian. –.Si son diamantes de verdad –.intervino Gunnar–. sí que puede ser. Ole Kristian se quedó pensando. –.Vale –.dijo, clavando la mirada en Simen–. ¡entonces tú consigues la joya! La tarde siguiente habían examinado ya el bosque entero, montados en sus bicis, a ver quién po...

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  • EditorialGalaxia Gutenberg, S.L.
  • Año de publicación2014
  • ISBN 10 8415472978
  • ISBN 13 9788415472971
  • EncuadernaciónTapa dura
  • Número de edición1
  • Número de páginas320
  • Valoración
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Linn Ullmann
Publicado por Galaxia Gutenberg, S.L. (2014)
ISBN 10: 8415472978 ISBN 13: 9788415472971
Nuevo Tapa dura Cantidad disponible: 1
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(Malaga, España)

Descripción Condición: New. Idioma/Language: Español. Una joven desaparece sin dejar rastro en una noche lluviosa de julio. Algunos años más tarde, sus restos son descubiertos por tres niños al desenterrar un tesoro que ellos mismos escondieron en el bosque. La joven, Mille, fue vista por última vez en la lujosa fiesta celebrada por la familia y amigos de Jenny Brodal, para celebrar su 75 cumpleaños. La desaparición de Mille afecta a todos los que han tenido alguna relación con ella: los que la deseaban, los que la buscaron, los que le dieron la espalda cuando la encontraron llorando, los que la mataron, los que trataron de olvidarla. Poco a poco emerge una historia de amor, confusión y engaño, de vidas secretas y dolorosos apegos. La canción helada es la historia de lo que llevó a la desaparición de Mille y de lo ocurrido después. De cómo un malestar persistente sigue devorándolo todo a su alrededor. Linn Ullmann escribe acerca de la obsesión, los sueños y la traición, sobre la devoción y la imprudencia, sobre una gran soledad y el intento de reconciliación, sobre la fragilidad del amor y el deseo de expiación. *** Nota: Los envíos a España peninsular, Baleares y Canarias se realizan a través de mensajería urgente. No aceptamos pedidos con destino a Ceuta y Melilla. Nº de ref. del artículo: 9874167

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ULLMANN, LINN,
Publicado por GALAXIA GUTENBERG, España (2014)
ISBN 10: 8415472978 ISBN 13: 9788415472971
Nuevo Rústica Cantidad disponible: 3
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Siglo Actual libros
(Soria, SORIA, España)

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ULLMANN, LINN
Publicado por GALAXIA GUTENBERG (2014)
ISBN 10: 8415472978 ISBN 13: 9788415472971
Nuevo Tapa dura Cantidad disponible: > 20
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Hilando Libros
(Madrid, España)

Descripción CARTONÉ. Condición: NUEVO. 320 pages/páginas. Nº de ref. del artículo: 9788415472971

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